martes, 26 de octubre de 2010

La Baronía








Una pequeña ciudad, con sus desgreñados y malolientes habitantes fue lo que se encontró al pasear por sus estrechas callejuelas. Ella caminaba con la mirada perdida en el horizonte, simplemente por si sus ojos podían vislumbrar algo diferente a aquella sensación de ser extraña y diferente a los que se iban cruzando en su camino y que la observaban con curiosidad. La olisqueaban al cruzarse, la miraban de arriba a abajo, cuchicheaban sobre la nueva extraña que habitaba en el aquella Baronía.

Aunque intentaba pasar desapercibida, las gentes del pueblo intentaban acercarse a ella e intimidarla y cohibirla. Las pueblerinas, no soportaban que el aroma tan dulce y delicado que dejaba al pasear por las callejuelas, tuviese hechizados a sus hombres. Y los aldeanos murmuraban en pequeños corros, siempre entre machos, sus fantasías sexuales con aquella extraña.

Un día, mientras paseaba por el pueblo una anciana la abordó en plena calle y con malos modos la insultó y se dedicó a criticarla sin ninguna consideración. Ella superada por la situación, no fue capaz de defenderse de tal ataque y lo único que ocurrió es que sus lágrimas brotaban libremente por su rostro mientras se alejaba de la anciana.

Aunque habían pasado varios días, seguía dándole vueltas y vueltas en su cabeza a las palabras de la anciana. Por su mente se paseaban libremente las preguntas. " ¿por qué tengo que ser el centro de atención?, ¿qué he hecho yo para que piensen así de mi?" , entonces ocurrió algo inesperado. Alguien tocó a su puerta, por el cristal de la puerta le dio la sensación de que era una silueta de mujer joven y delgada. No sabía que hacer, ya que no esperaba nada bueno de la gente que en aquel pueblo habitaba, la inseguridad de abrir la puerta le desbordaba y su corazón latía tan fuerte que parecía un reloj de pared.
Asustada pero decidida fue hacia la puerta y la abrió. Allí delante de ella, había una mujer joven, bien peinada y con un aroma agradable. Quedó sorprendida ya que el resto de habitantes eran mugrientos y desgreñados. Entonces la mujer se presentó y le pidió que la invitase a entrar.

Después de una larga charla con un buen café, la muchacha quedó prendada de aquella mujer. Se dio cuenta de muchas cosas, de que realmente era diferente a los demás habitantes. Volvieron a verse en muchas ocasiones, y después de un tiempo de grandes confidencias se forjó una gran amistad entre ambas. Se dieron cuenta de que estaban hechas la una para la otra y que juntas podrían con cualquier cosa. Ambas sentían el deseo de abrazarse, besarse y amarse para siempre. Pero ninguna de ellas se atrevía a dar el paso definitivo para comenzar. Organizaron una cena de amigas, y entre el vino y las velas....surgió la fusión entre ambas que tanto anhelaban. Fue espectacular, como el terremoto final de una buena "mascletà".

Quien detiene palomas al vuelo...mujer contra mujer.

Hanna.

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