A nadie de este mundo le gustan las despedidas, son tristes y dolorosas. Siempre hay uno que sufre más que el otro. Como dice Melendi en su canción..."En la guerra como en el amor, todo vale y siempre queda un perdedor, normalmente pierde el que quiere más al igual que en una mesa de Black Jack".
Algunas despedidas, si son temporales dejan un sabor agridulce. Agrio por que te quedas con ganas de mas, y dulce porque sabes que volverás a ver a esa persona que tanto te alegra la vida y el corazón.
Si la despedida es para siempre, el sabor es amargo como la hiel. Sube desde tu estomago pasando por el corazón y acaba convirtiéndose en una mezcla de algo parecido al salitre y que sale por nuestros ojos......lágrimas y más lágrimas.
Debemos tener en cuenta, que lo mejor es aceptar esa despedida con la misma intensidad que luchamos por conseguir conocer a esa persona. Seguro que en nuestras almas, quedan pequeños trozos que podemos rescatar para hacernos sentir mejor. Frases que solía decir esa persona, gestos, risas compartidas, confidencias, etc... un sin fin de cosas que al ser compartidas eran las que nos hacían sentir tan bien. Esas sensaciones, quedan grabadas para siempre en nuestras memorias, nadie podrá borrarlas jamás. Dicen que una imagen, vale más que mil palabras. Yo tengo mi propio dicho... Una vivencia vivida, es mejor que una supuesta vivencia contada.
Por ese motivo, yo creo que se deberían de cambiar los rituales de despedidas. ¿Por qué no nos despedimos con un buen cava? ¿qué tal un Moët Chandó? con unos bombones de selección
especial y un ramo de rosas blancas....
Además, si la despedida se trata de un intenso amor o pasión, ¿por qué no nos despedimos con un buen revolcón?......Es algo que no puedo entender, disculpad mi ignorancia al respecto, pero una despedida acordada con sabor dulce, nunca podrá dejar de hacernos sentir mejor.
Cambiemos la forma de despedirnos de las personas. Seguro que la persona que por cualquier motivo o circunstancia de la vida debe despedirse, ha sido una parte importante en nuestro camino, en nuestra vida e incluso en muchas de las decisiones tomadas.
Hanna....
Algunas despedidas, si son temporales dejan un sabor agridulce. Agrio por que te quedas con ganas de mas, y dulce porque sabes que volverás a ver a esa persona que tanto te alegra la vida y el corazón.
Si la despedida es para siempre, el sabor es amargo como la hiel. Sube desde tu estomago pasando por el corazón y acaba convirtiéndose en una mezcla de algo parecido al salitre y que sale por nuestros ojos......lágrimas y más lágrimas.
Debemos tener en cuenta, que lo mejor es aceptar esa despedida con la misma intensidad que luchamos por conseguir conocer a esa persona. Seguro que en nuestras almas, quedan pequeños trozos que podemos rescatar para hacernos sentir mejor. Frases que solía decir esa persona, gestos, risas compartidas, confidencias, etc... un sin fin de cosas que al ser compartidas eran las que nos hacían sentir tan bien. Esas sensaciones, quedan grabadas para siempre en nuestras memorias, nadie podrá borrarlas jamás. Dicen que una imagen, vale más que mil palabras. Yo tengo mi propio dicho... Una vivencia vivida, es mejor que una supuesta vivencia contada.
Por ese motivo, yo creo que se deberían de cambiar los rituales de despedidas. ¿Por qué no nos despedimos con un buen cava? ¿qué tal un Moët Chandó? con unos bombones de selección
especial y un ramo de rosas blancas....
Además, si la despedida se trata de un intenso amor o pasión, ¿por qué no nos despedimos con un buen revolcón?......Es algo que no puedo entender, disculpad mi ignorancia al respecto, pero una despedida acordada con sabor dulce, nunca podrá dejar de hacernos sentir mejor.
Cambiemos la forma de despedirnos de las personas. Seguro que la persona que por cualquier motivo o circunstancia de la vida debe despedirse, ha sido una parte importante en nuestro camino, en nuestra vida e incluso en muchas de las decisiones tomadas.
Hanna....
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