jueves, 24 de febrero de 2011

Tocando Madera

Voy a ponerme algo rojo, confiar en la suerte....

Había llegado la primavera, los rayos del Sol calentaban de una manera dulce y alegraban la mañana. El campanario de la iglesia del pueblo tocaba emocionado, como si las campanas se hubiesen vuelto locas de alegría.
De repente dos mujeres se cruzaron en la puerta de un establecimiento cercano. Una de ellas llevaba un vestido rojo, con medias negras y un gran tacón. La otra, llevaba un vaquero nuevo también con altos tacones y por casualidad llevaba su camiseta roja. Ambas se miraron y se sorprendieron de ir de rojo. No era el color habitual o el preferido para vestirse, pero ahí empezaba la primera aventura, casualidad o capricho del destino.
Se saludaron, y dijeron las dos a la vez .- ¡Anda, que casualidad! ¡hoy nos ha dado por el rojo a las dos! y se echaron a reír. Lo que no esperaban es que esa sería la risa menos enérgica de lo que se avecinaba.
Fueron a tomar un café con otra muchacha muy graciosa, que hablaba entremezclado de andaluz y muy acertado. Siempre hacia reír a ambas a carcajadas.
Hicieron un bote mensual, para participar en la primitiva para ver si la suerte les sonreía, se turnarían por meses para sellar los boletos. Después de unas risas y unas cervecitas se marcharon.
La mujer del vestido rojo, tenía una importante sesión fotográfica que debía aparecer en toda la prensa local. Así que muy eufóricamente, pues ya llegaba tarde, se dirigió a coger su coche con la chica graciosa.
Mientras se alejaban se iban despidiendo al mismo tiempo que iban hablando con la muchacha de aspecto más jovial y que llevaba enfundados aquellos vaqueros.
En medio de la conversación de despedida, quedaba un coche aparcado por el que se asomaban para verse las caras, y caminaban mirando hacia atrás.
La mujer del vestido rojo, se tambaleó a derecha e izquierda y de repente....ZAS!!!, desapareció!.
Parecía que la tierra se había partido en dos, y que se la había tragado. La chica del vaquero, retrocedió entre sus pasos y se asomó detrás del coche.
Se había enganchado en un adoquín mal colocado y sus zapatos le habían jugado una mala pasada. Estaba a cuatro patas, con las gafas de sol en una mano y el bolso en la otra. Solo salieron tres frases en ese momento.

- ¿Estás bien?.- Dijo la chica del vaquero.
- Ayy!!, este Ayuntamiento, como tiene las calles! .- Dijo la chica graciosa.
Pero ninguna se acercó a ayudarla, se quedaron así tal cual.
Se habían roto sus medias negras, y llevaba una quemadura en la rodilla.
- ¡Mierda! ¡Ahora tengo que ir a cambiarme!.- Dijo la mujer de rojo.

Se fue a cambiarse a casa, menos mal que quedaba cercana, y llegó tarde a su sesión de fotos.
Pero por el camino, no pudo parar de reirse a carcajadas y llamó a la muchacha del vaquero. Esta no era capaz ni de hablar, no podía parar de reir porque recordaba el momento .- Tierra trágame, nunca mejor dicho, que le pasaba por su cabeza. Se pasaron el dia riéndose, contándole a los hijos, amigos, maridos, etc.. lo que les había ocurrido.

Hoy es Santa Primitiva, y San Sergio ...así que como dice Conchita en su canción...




"Voy a cruzar bien los dedos, ponerme algo rojo, estrenar algo nuevo y tocando madera. Voy a coger carrerilla, soltarlo de golpe, mirarte de frente y confiar en la suerte..."

Hanna.

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