jueves, 24 de noviembre de 2011

Perdóname


Sus encuentros al alba, eran lo mejor que les podía pasar a ambos. Deseaban que llegara la hora acordada con tantas fuerzas que los latidos de sus corazones sonaban al unísono incluso estando separados por kilómetros. Era como un movimiento oscilante, al igual que el péndulo de un gran reloj. Tic a la derecha, tac a la izquierda. Cerraban los ojos e inspiraban en la distancia, cuando sus pulmones se inundaban de oxígeno, podían sentir que estaban conectados por esa fuerza que amarra a las almas con grandes lazos invisibles.

Pasaban horas hablando a la madrugada, dependiendo el uno del otro para caminar juntos en el día a día hasta tal punto que no eran capaces de realizar sus tareas diarias con normalidad. Era como sí el lazo invisible que los unía tirase con tanta fuerza de sus corazones y almas que les impedía concentrarse en nada más. 

Ella sonreía a menudo recordando en sus horas de soledad la presencia de él. Creía en él, en su forma de ver las cosas, confiaba en sentarse de nuevo en su regazo y sin mediar palabra alguna sentir que sus cuerpos  se acoplaban como las piezas de un puzzle.

El, la acompañaba en cada beso, en cada caricia, en cada abrazo, regalándole complicidad y bienestar. Se preocupaba porque estuviese bien y conseguía su propósito en cada encuentro...simplemente consistía en hacerla feliz y en verla sonreír.

Un día ese lazo se rompió, ninguno de los dos sabía muy bien cual fue el motivo. Ambos se tuvieron que marchar sin decirse ni adiós. En sus corazones sólo quedó el nudo del lazo, ese nudo que te ahoga en la garganta cuando quieres pronunciar su nombre, ese nudo que aplasta el corazón en cada largo suspiro, ese nudo que se instala también en sus ojos para retener las lágrimas.

No pudieron mediar ni una sola palabra, no hubieron más besos, no hubieron más abrazos. Ambos se echaban la culpa de haberse querido tanto y no poder hacer más por estar juntos el resto de sus vidas. En su interior lo único que les quedaba ese nudo y un continuo perdóname amor.


El eterno enamorado puede pasarse la vida entera pidiendo perdón. 

Perdón por quererte demasiado, perdón por necesitarte, perdón por cuidarte demasiado, perdón por besarte, perdón por irme cuando me necesitabas, perdón...perdón...perdón...por amarte!...

Hanna




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