No siempre la frialdad tiene que ver con las estaciones del año, el frío que nos provocan las bajas temperaturas se puede aliviar con más abrigos o con calefacción. Pero, ¿qué ocurre con los fríos de corazón?. Esos no son capaces de abrigarse o sentir calor. Viven siempre fríos. A veces pienso que no tienen emoción o están capacitados para aguantar las altas temperaturas de otros corazones más calientes.
Las personas, necesitan a otras personas. Las palabras de calor, deben calentar..Un témpano de hielo, no puede darnos calor, y lo que es más grave es que si se calienta, simplemente pierde su aspecto para convertirse en agua....ha perdido su estado original, aquél que llamó nuestra atención...
Quizás por eso, prefieren mantenerse a bajas temperaturas. Eso les protege y les mantiene con la misma apariencia....Triste y fría forma de vivir y morir....
Hanna
Era un día de
invierno, hacia demasiado frio para cualquier mortal. El viento huracanado
silbaba al pasar entre las vacías ramas de los arboles. Caía una nieve copiosa
y densa, que apenas dejaba ver más allá de un metro. El bosque frondoso estaba situado al norte de
España, se llamaba “La selva de Oza”, para acceder a el había que recorrer un
sendero estrecho y peligroso que estaba situado al borde de una garganta
montañosa. Aunque era un camino
peligroso, merecía la pena descubrir el mundo que existía al otro lado de
aquellas montañas.
Allí vivía
Khasya. Era un hada de los bosques que se encargaba de que la paz en aquel
lugar no se viera enturbiada por nadie. Tenía el cabello ondulado y castaño y
unos ojos azul intenso que recordaban el fondo del mar. Su mirada era dulce y
cautivaba a cualquier ser. Era muy bella
y aunque encontrarse por el bosque con ella no era fácil ni habitual, de vez en
cuando se dejaba ver pero siempre entre sombras ya que era demasiado tímida.
En el bosque
también habitaban otros seres, otras hadas, duendes y elfos. Khasya solía estar
bastante apartada del resto ya que le costaba demasiado relacionarse
socialmente. Únicamente tenía una amiga llamada Omiwiza, también era un hada y
sus competencias eran las de cuidar la naturaleza, concretamente de las flores.
Estaba preocupada por la llegada de la primavera, se auguraba que llegaría
antes de tiempo y no estaba muy segura de si habría logrado el objetivo para el
que estaba encomendada.
Ese día Kashya y
Omiwiza, estaban refugiadas del frio en el hueco del tronco de un árbol
hablando tranquilamente de las cosas que ocurrían a su alrededor. Estaban tan
entretenidas compartiendo confidencias y risas que no se percataron de que
justo en ese momento pasaban por debajo debidamente arropados dos duendes un
poco malvados y traviesos. Se llamaban Ezowa y Cainik. Les gustaba darle
trabajo extra a cualquier hada, así que se pusieron a pensar en cómo
molestarlas. Ezowa, comentó a Cainik la idea que le rondaba por su cabeza.
Cainik, estoy
pensando en la forma de molestar un poco a Omiwiza, creo podríamos gastarle una
broma muy pesada- Comentó Ezowa, con gran seguridad de lo que iban a hacer.
Sin entender muy
bien de que iba la historia, Cainik contestó – Me parece bien, no sé
exactamente a que te refieres pero si se trata de molestar a las hadas, cuenta conmigo.
Entonces Ezowa,
le comentó a Cainik que había pensado que podían tapar las raíces de las flores
con unas piedras para evitar que florecieran en la próxima primavera y así
conseguirían que Omiwiza se sintiera triste por no haber podido conseguir
realizar su tarea correctamente. Se pusieron manos a la obra, para que les
diera tiempo antes de que llegara la primavera.
Mientras tanto
Kashya y Omiwiza estaban muy unidas, cada día Kashya tenía trabajo importante
que hacer para que la paz del lugar se conservara como debía ser. Esto le
producía al hada un cansancio inhumano, realizaba una tarea constante
conciliando entre muchos de los seres que allí habitaban. Muchas veces se
sentía mal porque el desgaste emocional era enorme. Estaba muy arropada por
Omiwiza, que le ayudaba a reponerse en su día a día. Charlaban, se reían y se
contaban cosas que les hacia evadirse del trabajo diario. Casi sin darse cuenta
se hicieron tan amigas que eran inseparables, ni si quiera se percataron de que
en el fondo, aunque estuviesen en aquel bosque para realizar tareas totalmente
diferentes, había algo en sus almas que les hacia estar unidas estrechamente.
El invierno poco
a poco iba desapareciendo del lugar, los días empezaban a ser más largos y los
rayos de sol más cercanos. Incluso habían algunos días que el Sol calentaba
ligeramente las mejillas de los habitantes del lugar. Los duendes no se habían
distraído de la broma pesada ni mucho menos, seguían con sus hazañas y siempre
en la oscuridad de la noche continuaban con la tarea de ir tapando las raíces
de las flores para que no pudieran apenas respirar. Durante el día dormían y
hacían el vago, de esta forma conseguían reponer fuerzas para continuar en la
oscura noche. Aquellas noches de Cainik y Ezowa, eran muy divertidas para
ellos, mientras el resto del bosque descansaba y recuperaba fuerzas ellos se
divertían y reían sin hacer demasiado ruido para no ser descubiertos. Les
producía una sensación increíble y la adrenalina por las nubes solo de pensar
en la trastada que estaban haciendo y en cómo le afectaría esto a Omiwiza. No
eran conscientes del daño emocional que le querían producir al hada de una
forma tan gratuita pero tampoco se preocupaban del daño que le podían hacer al
bosque. No eran demasiado inteligentes, ya que si se preocupasen por el daño
irreparable que la broma pesada que además de fastidiar a Omiwiza, también
afectaría a la vida de los animales o insectos que vivían gracias a aquellas
flores y la belleza del lugar quedaría también afectada.
Aquella noche
Kashya no podía dormir, su cabeza estaba dándole vueltas a una ligera discusión
que había ocurrido durante el día entre Jandrya y Shenta, dos hadas que se
ocupaban del bienestar de los animales y el agua del lugar respectivamente. No
se ponían de acuerdo porque Jandrya recriminaba a Shenta la falta de agua para
los animales y la preocupación que tenia Jandrya por la llegada de la primavera
con los deshielos y el verano con la sequia. Pero Shenta le recriminaba que la
labor del agua era responsabilidad de ella por lo que no le aceptaba las
criticas y el despilfarro de agua que
hacían muchos animales sin preocuparse de lo que ocurriría en caso de carencia
para todos. Kashya tuvo que mediar entre ambas para que no se peleasen y les
dijo que al día siguiente pasarían por el tribunal de las hadas para buscar la
mejor solución al conflicto. Al principio estaba en el lecho, pensando en el
tribunal del día siguiente, pero ya tenía el cuerpo dolorido de estar acostada
así que decidió salir a pasear un poco para aclarar las ideas. Se puso un ropón
con capucha para que no se le helaran las alas y las orejas pequeñitas y
puntiagudas que tenían una gracia especial. Comenzó a caminar lentamente
cabizbaja y ensimismada en sus pensamientos. De repente levantó la cabeza
porque escuchó unas risas rasgadas que le eran familiares. Se detuvo y se quedo
observando lo que ocurría. Al principio realmente estaba muy asustada ya que no
sabía muy bien que o quien se escondía bajo aquellos ropajes hasta que
descubrió que se trataba de Ezowa y Cainik. Era consciente de que no podían
estar haciendo nada bueno porque eran de sobras conocidas las hazañas de
aquellos dos malvados. Cuando descubrió que estaban haciendo, empezó a
comprender la preocupación de Omiwiza de que las flores no estuvieran
floreciendo como debían. No sabía qué hacer, ahora tenía otro problema más a
sus espaldas y no sabía si podría con aquel conflicto que pesaba tanto. Al
problema de Jandrya y Shenta, se le unía uno más grave y que quizás sería tarde
buscar remedio porque la primavera casi empezaba a asomarse.
Se fue a
descansar para que al día siguiente pudiera pensar con claridad. Al amanecer,
el tribunal estaba listo y todas las hadas del lugar tomaron sus asientos. Jandrya y Shenta estaban sentadas
juntas en un banco. Después de un rato, llegaron a un acuerdo para solucionar
el problema de ambas. Entonces cuando todos pensaban que había terminado todo,
Kashya con mucha sangre fría hizo llamar a los dos duendes ante ella, la máxima
representante de la paz. Nadie sabía el motivo, pero se imaginaban algún tipo
de desastre horrible. Cuando llegaron Ezowa y Cainik, sin ningún tipo de
preámbulos, Kashya contó lo que estaban haciendo por las noches. Todas las
hadas, montaron en cólera. Estaban muy enfadadas, y la furia no les dejaba
pensar. Entonces Kashya, calmó los ánimos para poder tomar de nuevo la palabra.
Cuando lo consiguió, comunicó a todos los presentes la decisión a la que había
llegado. Se dirigió a todos y con voz firme dijo: - Los dos seréis expulsados
de este lugar, ya que no sois dignos de disfrutar del placer de esta selva.
Antes de marcharos y con la ayuda de todas nosotras, intentaremos reparar los
daños que habéis causado.
Se pusieron
manos a la obra, retiraron las piedras que ahogaban las flores, las regaron con
mimo y Omiwiza iba echando un polvo especial que las reanimaría. Cuando
acabaron expulsaron a los dos duendes.
Omiwiza
agradeció a Kashya el apoyo recibido y le dijo que serian amigas por siempre ya
que las palabras sobran si no se demuestran y Kashya había demostrado con
creces la amistad de ambas y lo competente que era para resolver conflictos.
Por fin, la paz llegó al lugar, al mismo tiempo que la primavera …
Hanna
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