domingo, 16 de marzo de 2014

El Beso




A veces un beso puede salvarte del mundo. También puede destrozar un universo. Un beso, un simple beso. ¿Pero cuántos tipos de besos podemos dar? ¿y recibir?.

Él, absorto en su mundo perfecto. Había creado en su cabeza una perfección inexistente. Llegaba de trabajar alegre, sonriente. Disfrutaba tanto de su trabajo que llegaba a casa con una energía exuberante. El resto de los mortales llega destrozado o cansado, él no, él llegaba cargado de pilas!!...Solía decir que el no iba a trabajar, que simplemente iba a hacer aquello que tanto le gustaba.

Al llegar a casa lo esperaba la mujer que tanto adoraba. Para él era la mujer de su vida. Tenía todo aquello que el necesitaba. Aunque la vida de pareja no se trata de necesidades. Era atenta, cariñosa, guapa y hacía el amor como nadie. Se veían poco ya que ella tenía turnos corridos de mañanas, tardes o noches, pero cuando era posible. A ella la trasladaron temporalmente a un destino ligeramente alejado del lugar donde vivían. Él se quedó, ella se fue. Así de simple. Él se quedo con sus vísceras revueltas, sus manías repetitivas porque no estaba ella, sus cantares de ducha desafinados, sus cenas ligeras de ropa, sus "mejorvuelvomañana" así sin espacios ni nada.

Iba pasando el tiempo. Una mañana lluviosa y triste, entró en su lugar de trabajo una nueva compañera. Era una autentica diosa, una mujer espectacular, extrovertida, con la sonrisa tatuada en su cara. De ojos negros y brillantes, marcados los labios en un tono fresa que invitaba a morderlos a ser posible con nata o chocolate.
Todos los compañeros de trabajo deseaban conquistar a aquella mujer, y lo intentaban. Ella jugaba a un especie de ritual amoroso. Los ponía a prueba con miradas, los provocaba con su forma de caminar, con su forma de bromear. Ninguno de ellos le llegaba a la altura y acaba por decirles.. - Cariño, si un mar separa continentes, cien mares nos separan a los dos. -

El esperaba la vuelta de su amada, se hacía eterna la espera. No sabía cuando volvería ni con que condiciones. Pero ese día ocurrió algo extraño. Se dirigió a hacer unas fotocopias y en aquella vieja maquina en la que sólo se oía un chaca-ta, chaca-ta, chaca-ta horroroso, lo mejor que podía hacer el usuario era meterse en su mundo y dejar que paseasen por sus calles todo tipo de gentes.
Ella entró, lo vio con los ojos de gato sin pestañear. Se acercó a el y sin mediar palabra lo besó. El no supo reaccionar. Ella salió de nuevo de la sala sin apenas hacer ruido. El volvió a su mundo, pero en su mundo solo paseaba ella por sus calles.

Dame otro beso, nunca nadie me beso así.









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